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miércoles, 28 de noviembre de 2012

Cincuenta y seis luceros apagados.



Cincuenta y seis luceros apagados, formas sin sombra, curvas en recta. Mi yo se acerca al espejo, no quiere, se niega, no acepta, lo intenta, revienta. Al fin y al cabo no debe ser tan malo lo que vea ahí fuera.  Mi yo se mira las manos y observa cuatro alargados bultos azules que, según dicen, son las venas.  Sigue mirando y se da cuenta de la negritud y la profundidad de las arrugas de las manos. Una se abraza a la otra, ellas siempre han sido amigas, nunca han encontrado a una tercera. Mi yo sigue observando, subiendo por los rasgos de una máscara que oculta el tiempo y los años, de unos ojos verdes que intenta  apretar con engaño, y no seguir viendo, y no seguir mirando. Mi yo se acerca al reflejo y en el paralelo dibujo que traza el gélido cristal, toca su pelo blanco y no piensa en nada, y es que nada es su vida. 



Completo silencio. 


Nadie escucha.


Mi yo no tiene un tú, un vosotros, ni mucho menos un nosotros y se refugia en aquella parte del cerebro que todavía le queda servible.  Mi yo no es lo que se ve, es lo que se esconde, pero ¿y qué le hago yo si no soy dueño de esta vida? 


Sigue mirando a través de la imagen y no se reconoce. Ahora pone la vista sobre unas viejas fotos que, bañadas en polvo, le cuentan historias. Historias que tampoco reconoce. Según dicen, ese era él, y según cuentan, esa fue su felicidad. 
Felicidad intocable,
envidiable, 
entrañable, 
imposible.

viernes, 23 de marzo de 2012

Ya es primavera.















Ya es primavera. Lo dicen los pájaros, las flores y el cielo.
Ya es primavera y soy feliz, mucho.

viernes, 24 de febrero de 2012

Antes déjame mirarte.




Es ella. Se me ha metido hasta en las entrañas. Siempre es ella.

Camina con paso firme pero inquieto, parece que vuela. Su mirada se clava en  mi alma, aquellos ojos negros que trajeron a mí la locura. Parece una niña pero esconde una mujer. Manos de piel de seda se enredan a mi subconsciente, desde dentro grito VETE!


Vete, huye, desciende, desaparece, hazte viento, pero antes déjame mirarte.

Te diría todo sin palabras.

viernes, 17 de febrero de 2012

Para siempre.

Solo tú. No hay nadie más en este mundo, ni superable, ni igualable siquiera. La vida es dura y tú la haces bella, no hay abismos si tu presencia aparece, no hay infiernos si tú abres las puertas del cielo, no veo más allá. Testigo de tus hazañas, de tus deseos y más profundas ilusiones, estaré contigo siempre, siempre, y siempre es siempre, eternamente, hasta que mi tiempo quiera dejar de ser contado.

No te vayas.

Nunca.