Se reía, era su sonrisa, sus ojos o tal vez sus manos, manos de cristal. Ella era de cristal, tan frágil como una copa. Estaba seguro de que la conocía, la había visto en mis sueños, tal vez...
O quizá antes de nacer. Era tan bonita como una rosa.
Por un segundo nos miramos, se lo expliqué todo sin palabras.
LLegó su parada, se levantó y se fue, no sin antes regalarme una última mirada que se convirtió en el primer soplo de mi vida, que comenzaba en ese instante.
Pensé, será pasajero, me bajaré de este tren y se acabará la magia.
Pero ninguna mujer en el mundo era tan mágica y bella.
Lo desconocía todo sobre aquel ángel de alas de cristal, pero volvía a aparecer en mis sueños cada noche y me ultrajaba el corazón.
¡Maldita! ¿Dónde te escondes? No te tengo y sé que eres mía.
Mi vida comenzó a pender de su hilo.
Yo ya no era yo....................
Ésta engallina mi piel..
ResponderEliminar